España, fuera de las Olimpiadas y sin libro de ruta

España queda fuera de los Juegos Olímpicos de Londres mucho antes de lo esperado tras su derrota por la mínima ante Honduras, que unido a la del debut ante Japón, la dejan ya sin opciones de estar en cuartos de final. Nada acompañó a un equipo que, en mi opinión, mostró demasiados defectos sobre el césped para hacerse merecedor del pase.

Comenzando por los desajustes defensivos, que le valieron dos decisivos goles en contra por alto, y varios sustos más. Me ha sorprendido la descoordinación de la línea presión, que habitualmente España hace en tres cuartos de campo hacia adelante, y que por alguna razón, esta vez hizo en campo propio en determinados momentos. ¿Falta de tono físico? ¿Planteamiento del partido?. El caso es que demasiadas veces en ambos choques tuve la impresión de que a España le costaba recuperar el balón, y cuando lo hacía era mucho más atrás de lo que debería. Y cuando trataba de presionar más arriba era de forma individual y no colectivamente. El equipo no adelantaba su posición en bloque, y a menudo la defensa y el pivote quedaba demasiado atrás, equipo partido. Y ante esta falta de funcionamiento colectivo, los centrales del equipo - Domínguez, Botía, e Íñigo Martínez - han evidenciado que aún les falta temple, madurez y capacidad de concentración en este tipo de situaciones, cosa lógica por su juventud.

A pesar de los defectos sin balón, aún más graves me han parecido las deficiencias con él. Es cierto que en muchos momentos ante Honduras se inclinó el campo, se combinó y se crearon ocasiones, pero casi siempre con acciones individuales, gracias a la calidad de los jugadores que este equipo tiene. Podemos entrar en discusiones interminables sobre si esperábamos más de algunos jugadores como Adrián, Jordi Alba, Javi Martínez, Mata o Isco, pero lo cierto es que el funcionamiento colectivo distó mucho de ser bueno, y ahí se hace mucho más difícil que un jugador pueda mostrar su juego. Más importante me pareció la preocupante falta de la paciencia habitual, de ese toque y ese afán por mantener la posesión que sabemos que es nuestra mejor arma. Hubo demasiado balón largo sin sentido, demasiado balón rifado y demasiada conducción, toques de más. Y ahí facilitamos mucho la tarea a los rivales, porque casi nunca los superamos en lo físico. Es una realidad histórica que deberíamos tener clara: España tiene opciones de ganar si tiene el balón y no lo rifa, ese debería ser nuestro libro de ruta. Si jugamos a lo que el resto, perdemos.